viernes, septiembre 01, 2006
Punto para partido
“Ezra jugaba tenis con frecuencia, y dicen los que saben, que su saque era una contorsión tan sorprendente, que muchas veces anotaba el tanto más por el pasmo que por la pericia”. Asegura Julio Trujillo en un célebre poema. Esto viene al caso porque para hablar de uno de los poetas norteamericanos más prolíficos del siglo XX, es necesario entender que: para Pound, la vida fue un constante partido de tenis.
Nacido en Idaho en 1885, Pound perteneció a una generación de artistas y escritores norteamericanos que cambiaron el curso de las letras en el mundo. Personajes como T.S. Eliot, Ernest Hemingway, James Joyce y Gertrude Stein, por mencionar sólo unos cuantos, desfilaron por el estudio de Pound en Rapallo (Italia), buscando la protección y tutela del viejo Ezra.
Pound dejó Estados Unidos en 1909 y partió a Europa con una mochila en la espalda y una revolución poética en las manos. Vivió en Londres, en París y finalmente en Italia donde sería arrestado y expuesto en una jaula al aire libre acusado de fascista y antisemita. La gente del servicio secreto de la CIA, que acusó y enjuició al poeta, no se tomó la molestia de escucharlo y mucho menos de leerlo.
El libro de los Cantares, compuesto por seis tomos de poesía lírica, fue tal vez el proyecto más ambicioso de Pound. Inspirados en Homero y en Dante, los Cantares toman de estos autores su tono épico. Así, y en palabras del mismo Ezra, la influencia es inevitable: “Déjate influir por cuantos grandes artistas sea posible, pero ten la decencia de reconocer plenamente la deuda o, si no, trata de ocultarla”.
Poeta, traductor, maestro, ensayista y hasta mecenas, Pound fue un promotor incansable del arte. Sus juicios y aventuradas críticas literarias son famosos por su agudeza y simplicidad. Ante una pregunta obligada y casi imposible de contestar, como: ¿Qué es la literatura? Pound respondió tajantemente: “La literatura es sencillamente idioma cargado de sentido hasta el máximo de sus posibilidades”.
Si Ezra Pound no estaba loco (como aseguran algunos de sus biógrafos), sino que fue una estrategia jurídica de los tribunales norteamericanos declararlo: “peligroso para la sociedad” y encerrarlo doce años en el hospital St.Elizabeth, en Washington, no le faltaban motivos para estarlo. Pobre, enfermo y olvidado por sus “protegidos”, Pound escribió en el sanatorio algunos de sus mejores poemas.
En 1958, Ezra Pound salió del St. Elizabet, después de que un juez lo declarara “loco incurable pero inofensivo”. El viejo de setenta y dos años en el que se había convertido Pound declaró entonces: “Cualquier hombre que soporte vivir en Estados Unidos está loco”. Y partió con su esposa a Venecia donde pasó sus últimos días sin pena ni gloria.
Pound jugó en 1972 su último partido de tenis contra la historia. De barba blanca y ojos desorbitados, Ezra se contorsionó para lanzar su último saque: la literatura y el arte en general, necesitan imaginación, cultura, empeño, disciplina, pero sobre todo, libertad. Pound ganó este punto con saque As y se compró un boleto para la historia.
Dice otro poeta norteamericano; Charles Bukowski: “Vallejo escribiendo sobre la soledad mientras se muere de hambre; la oreja de Van Gogh rechazada por una puta; Rimbaud huyendo a África y encontrando una sífilis incurable; Pound arrastrado por las calles dentro de una jaula. Esto es lo que ellos quieren: un dios maldito que muestre un anuncio de neón en medio del infierno. Esto es lo que ellos quieren, montón de estúpidos, dispersos, seguros, tristes, admiradores de carnavales”.
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