Because I do not hope to turn again
Because I do not hope
Beacause I do not hope to turn
T.S. Eliot.
Te veías tan triste pasando y repasando con la mirada el interminable carrusel de maletas en el pasillo 14 del aeropuerto, junto a la sala de llegadas internacionales. Parecías tan indefensa mientras te mordías las uñas y esperabas a que llegara tu equipaje…
Pero no fue por eso que no te hablé, no fue por eso que después de dos horas de tráfico me quedé petrificado en la sala de espera viéndote ver asustada y triste.
No sabes cuánto te he extrañado, cómo me hiciste falta, así de trillado y de lugar común. Te fuiste a Londres hace dos años para, según tus propias palabras: “probar tus fuerzas”. Yo creo que, en todo caso, también estabas probando las mías y ya ves cómo está terminando todo esto.
Creo que siempre pensé que sólo estabas blofeando (qué palabra más larga y tosca), creí que era nada más otra de tus amenazas o de tus euforias pasajeras; fue hasta que te dejé, hasta que te vi agitar la misma mano que ahora te llevas a la boca con nerviosismo, mientras arrastrabas tu “maleta de rueditas” a dos pasillos de éste (pasillo 11: salidas internacionales), cuando me di cuenta que la cosa iba en serio ¿y ahora cómo comienzo a volver a comenzar? dije en voz alta pero el llanto desordenado de una niña se adelantó a las palabras.
Ahora ya no tiene ningún caso, tú lo sabes, yo lo sé, y sin embargo insistí en venir a buscarte y tú aceptaste dejarte encontrar. Y mientras te veo sin saber qué hacer, hablando tímidamente con un policía que sacude la cabeza y te señala la puerta de un pequeño cuarto pintado de verde, entiendo que de verdad hemos perdido, que nos convencimos sin hablar de quemar todas las naves y que de ahora en adelante voy a mirarte siempre de este modo, como la zanahoria que cuelga de un hilo frente a la nariz de un caballo.
Y nada más, me voy a quedar aquí, esperándote… Probablemente perdieron tu maleta y vas a salir del cuarto verde dentro de varias horas, confundida, cansada, tratando de recordar cómo se sale de este pinche aeropuerto; y entonces yo voy a estar aquí, fumando en la banqueta con la cara pegada al vidrio de la puerta automática como un marido en la sala de partos, agitando la mano como tú hace dos años y te voy a salvar del caos, y del frío, y del tráfico, y del taxi, y de las explicaciones interminables, y te voy a ir matando tan lento, tan calculado, tan rutinariamente, que ni siquiera te vas a dar cuenta, hasta me vas a dar las gracias.
Y vamos a hablar durante horas y horas, y tú vas a decir cosas como: “Mira, en Londres, por ejemplo…” y yo voy a escuchar fingiendo que de verdad me importa, y yo voy a decir cosas como: “Estás muy cambiada casi ni te reconozco” y tú vas a escuchar fingiendo que de verdad me crees, y después de la quinta cerveza te voy a besar tan despacio como en uno de los peores capítulos de “Dawson's Creek”, y tú sin resistencia ni demasiado entusiasmo (convertida en una Joey sin ventana a donde trepar) vas a entender, como yo, que ya todo está perdido, que este fue el round 12, que de ahora en adelante hablaremos tanto en plural que el “nosotros” va a terminar perdiendo sentido…
-¡Aquí estoy!- Digo mientras agito la mano y tiro al piso un “Marlboro” que colgaba tímido de mi boca.
jueves, mayo 24, 2007
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3 comentarios:
Por alguna razón que desconozco (y que, le aseguro, NO encontrará en mi blog...), su post me suena bastante familiar...
Como siempre, buenísimo, maestro. Nos vemos pronto.
Yo si subiria a tu cuarto por una esclera el dia que tu digas. Lastima que te da miedo, tendre que conformarme con leerte.
Hola, acá saludando, nunca habìa pasado al blog aunque alguna vez me mencionaste su existencia. Nada más. Suerte.
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