miércoles, abril 16, 2008
Sólo un par
Para Mary y el que viene...
¿Cuántos pares de alas va a llevar señora?
Dédalo tuvo el increíble mal gusto de enseñarle a Teseo cómo podía salir de un laberinto cuidado por un minotauro que tenía fama de ser bastante truculento. Pero Teseo llevó a grados absurdos el mal gusto cuando se le ocurrió que era una idea maravillosa matar al minotauro en cuestión…
Como era de esperarse, Minos, que era quien se dedicaba a regentear el laberinto, se molestó un poco cuando se dio cuenta que habían matado a su mascota; así que encerró a Dédalo y a su hijo Ícaro en el laberinto. Dédalo se dedicó a buscar la salida pero nunca la encontró, entonces se le ocurrió fabricar, para él y para su hijo, unas alas de cera para poder salir volando del laberinto.
Dédalo le advirtió a su hijo que no volara muy alto ni muy bajo, que se mantuviera por ahí de la mitad, pero cuando Ícaro comenzó a volar se dio cuenta que era libre, empezó a subir y subió tan alto que el sol derritió las alas de cera. Ícaro cayó al mar y nunca lo encontraron. Este mar, desde entonces lleva su nombre: mar de Icaria.
Como ya te imaginarás, la moraleja del asunto es que si vuelas muy alto, corres al riesgo de que tus alas no aguanten y vayas a dar al mar, y aunque luego ese mar se llame como tú, pues ya pa’ qué te sirve…
Pero no te preocupes, la ciencia ha avanzado mucho desde que los griegos construían alas de cera, hay muchos materiales que son más aguantadores que la cera (también a quién se le ocurre!!), están los cohetes de la NASA, los aviones gringos, los ovnis de Mausán, pero sobre todo la imaginación y las ganas de volar tan alto como te venga en gana (eso sin contar con el buen peyote).
Así que pensando en esto y después de largas, y desesperantes platicas nocturnas con Buélco… Decidimos regalarle a tu hijo estas pequeñas alas de papel para que vuele a donde quiera sin tener que preocuparse por los rayos UV.
No podemos garantizarte que las alas lo van a sacar del laberinto, ni que le van a quitar de encima al minotauro que nos persigue a todos. Pero creemos que si le lees esto despacio, en voz baja, en una voz que sólo él puede escuchar porque vive en el lugar donde puede oírte sin que tú tengas que mover los labios, entenderá que el día que llegue a este laberinto, estaremos aquí todos, dispuestos a crearle las mejores alas, las alas que decida, las que más le gusten…
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